De vez en cuando da uno con historias que solo producen admiración y una -mas o menos sana- envidia.
Son historias donde todo está en su sitio, donde todo funciona como un reloj, donde ni sobra ni falta nada.
Uno se pregunta de donde habrá sacado Raúl Ariño la idea, como se habrá documentado, como se le habrán ocurrido los giros argumentales, los naturales diálogos, los personajes tridimensionales, los contados pero arquetípicos escenarios... ¡Todo!
No se puede contar más con menos, también desde el original estilo de dibujo, que esboza a los personajes con mínimos pero efectivos trazos, con un enfoque más cercano a los humoristas gráficos, aunque creemos que hunde sus raíces en los autores de nuestro TBO, de los que asume algunas simpáticas soluciones.
La historia trata sobre un antiguo músico de Blues que ha encontrado una nueva vida, simple pero feliz, con una nueva familia. Pero su pasado, en el que esconde un crimen, vuelve para perseguirlo y todo se pone de nuevo en riesgo.
Y ya, como guinda al pastel y Santo Grial creativo inalcanzable, la historia nos hace reflexionar sobre el crimen y los criminales, y hasta que punto aquello de "NO MATARÁS" se adecua o no a la compleja realidad en la que todos vivimos.
Sobre eso y sobre mucho más: amor, sexo, creatividad, marginalidad... Todo un certero retrato de los muchos aspectos que rigen las vidas humanas, desde dentro y desde fuera.
Y además, para amantes de esa música, mucho BLUES.
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