jueves, 25 de abril de 2019

GLORIA BELL

No tengo muy claro como denominar este tipo de películas que, con algún pequeño toque de comedia, tratan asuntos más bien dramáticos. Melodramas, supongo.

El género es lo de menos.


Se trata de la historia de una madre divorciada atrapada en una gris vida como agente de seguros, uno de tantos infiernos cotidianos en los que muchos acaban condenados sin darse cuenta como llegaron allí.

Sus hijos son ya mayores, tienen sus vidas, quizás no menos "destrozadas", y ella busca algo de sentido ligando noche tras noche en locales para público madurito. Y bailando.


La película se mueve a ritmo de música setentera y ochentera, con una trama centrada en la nueva relación que la protagonista inicia con otro divorciado, con no menos problemas que los suyos propios.

Por lo tanto se pone muy en duda que la vida en pareja, por más deseable que nos parezca en muchas ocasiones, sea mejor que la soltería: son símplemente dos tipos de problemas diferentes, cada cual que elija el que pueda, o con el que pueda lidiar mejor.


Dentro de ese tono pesimista, la película manda un mensaje positivo de amor propio y supervivencia en esta selva en que hemos convertido la vida aún de las personas que tiene una medianamente "normal".

Grande Julianne Moore con su interpretación.

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