Para quienes sepan quien es el autor, no queda nada más que decir: es de Toth y hay que comprarlo, y disfrutarlo.
Para los que no, recordar que Toth es uno de esos "artist's artist", un profesional que es admirado por todos los profesionales y emulado por no pocos, que han hecho suyo cuanto han podido el estilo sintético que caracterizó al autor.
Cuenta el prólogo que Toth, todo un personaje de fuerte carácter, harto de dibujar malos guiones, se puso por tarea crear el mismo un personaje en el que volcar todas sus pasiones por los aventureros clásicos de las tiras de periódicos.
La intención era emular los álbumes europeos, algo para lo que el mercado americano a penas estaba preparado a mediados de los años 80.
Así que este aviador aventurero en el Hollywood de los años 30 se quedó con una sola aventura completa, más otra pequeña historia en la que Toth experimenta con la narrativa, algo en lo que también era maestro.
Una ocasión más para reflexionar como, por la ceguera de muchos editores, hasta los más históricos maestros del cómic acaban viendo sus empresas artísticas frustradas en mayor o menor medida.
Pero sobre todo toca disfrutar del arte de Toth y de su amor por las películas y cómics de aventuras que homenajea prácticamente a cada viñeta.
En realidad, como suele suceder, el artista no era tan buen guionista como a el le gustaba imaginar, pero eso no es óbice para desear que, en algún mundo, Bravo siga haciendo piruetas con su avión y viviendo aventuras en las que quizás el es el personaje menos carismático.
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