miércoles, 31 de mayo de 2017

NORMAN, EL HOMBRE QUE LO CONSEGUÍA TODO

El subtítulo original, El Moderado Auge y la Trágica Caída de un Conseguidor -o Mediador- Neoyorquino da una mucha mejor idea del contenido de esta cinta escrita y dirigida para lucimiento de Richard Gere y en el que este se rodea de grandes actores que le den la réplica.


Contada en tono de comedia se centra en la realidad de un tipo que todos hemos conocido: los aduladores que buscan aproximarse a personas de poder para ganarse su favor y así conseguir otros fines o ir trepando social o económicamente.

Aunque no acaba de quedar muy claro en la película las motivaciones de Norman y que es lo que en realidad busca, la manera en que lo va consiguiendo para luego perderlo es suficientemente entretenida, en tanto nos muestra que estar en el lugar adecuado en el momento correcto y tener padrinos es siempre imprescindible para poder bautizarse.


Quizás las partes que menos comprendemos nosotros son las pertenecientes a la cultura judía, y en concreto la Neoyorquina, de la que la película es un fiel retrato y sentido homenaje, aunque quizás reproduciendo el famoso arquetipo del judío avaro.


Lo mismo se puede decir sobre la propia ciudad de New York, escenario que el protagonista recorre y el cineasta retrata con una fidelidad que solo podrán reconocer los que se han paseado y disfrutado en ellas.


Notable es también la nada favorable visión del mundo de las finanzas y el poder político, fatal combinación que se suele acabar llevando por delante las vidas de individuos reales, no solo como este Norman de ficción.


Una invitación en definitiva a disfrutar de los pequeños momentos de la vida sin involucrarnos en grandes cruzadas que sistemáticamente acaban igual de frustradas que la del protagonista.

El mayor bien que podemos hacer depende siempre de nosotros, y no de terceros y poderosos.

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