Parece increíble que una película que es, básicamente, ALIEN, pueda volver darnos tantos sustos, de manera que teníamos que recordarnos que lo que pasaba no era verdad y que las caras de angustia de la tripulación eran fingidas...¡pero muy bien fingidas!
La premisa es conocida: explorando unas muestras de tierra marciana hayan una pequeña célula viva que, estimulada, pronto comienza a reproducirse y crecer.
Pero el marcianito les sale rebelde y pronto crece sin control, alimentándose de todo lo que se le pone a tiro, tripulación incluida.
Como particularidad, la acción transcurre en la Estación Espacial, y por lo tanto en gravedad cero, lo que le causa a los humanos un handicap más a la hora de huir del resistente bicho que muta sin parar desde su forma original de estrella de mar.
Grandes actuaciones de todos los actores y un inteligente diseño del bicho que va mutando según crece.
Y, por supuesto, un aviso sobre los peligros que puede traer la investigación biológica descontrolada, provenga o no de otro planeta.
Para los amantes de los cómics, creo que se darán cuenta de la tremenda amenaza que supondría el personaje de STARRO -que ya se reimaginó cuando aparecieron los Aliens- si se le tratase de manera similar a este marciano.
Hasta los cojones ando de la neofobia descotrolada en el cine del género, y esta película no es sino otro ejemplo.
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