¿Quien no conoce algún pueblito o vecindad donde sus habitantes son reservados y ariscos, quizás escondiendo alguna actividad ilícita a la que se dedican...?
El miedo racista de Lovecraft a lo diferente y las aisladas comunidades de Massachusetts se alían en el relato con la experiencia del escritor visitando muchas de esas comunidades en su múltiples excursiones por su estado y por buen número de los demás dada su afición a la arquitectura y el pasado colonial de los Estados Unidos.
Una vez más el cuento es una elaboración de viejas ideas, la de los secretos de familia, las oscuras herencias, los exploradores que traen más que reliquias de sus aventuras en tierras remotas, etc, etc, etc...
Cualquier viajero ha tenido que pasar una noche el algún hostal inhóspito, y el del relato tiene una suerte especialmente mala a la hora de alojarse.
Lovecraft recupera al Dagon de su primer relato como fundador de una orden pseudo-masónica y como engendrador de las criaturas anfibias en las que se van convirtiendo los habitantes de estos pagos.
Nótese como estaba familiarizado el autor con las actividades de las Logias a través de su abuelo, Maestre de la de Providence.
Lo prolijo en datos históricos sobre las travesías de la familia Marsh en los Mares del Sur constituyen el perfecto decorado que hace plausible esta historia.
Y de nuevo, el epílogo en el que el protagonista encuentra que no está tan lejano a sus acuáticos perseguidores como le gustaría imaginar.
¡Solo querían dar la bienvenida a un pariente...!
Uno de los mejores relatos del maestro, sobre todo cuando expresa ese rechazo que tiene al mar.
ResponderEliminarLos profundos, Dagon y la ciudad que encierra a cierto ser que duerme son todos reflejos de la aversión del autor al mar.
En los relatos de un heredero suyo Brian Lumley , el creador de Titus Crow, se trata al mar de forma más gozosa.
Pedro, ¿estás leyendo Weird detective? Es algo así como un J'onn J'onnz lovecraftiano.
ResponderEliminarAún no lo leí, pero espero que caiga.
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