¿Que sería de los relatos de Lovecraft sin un buen "coven", una agrupación de hechiceros y adoradores de los Antiguos Dioses...?
Pues este relato incluye una de esas memorables escenas, ambientando esos antiguos y olvidados ritos pre-cristianos en la fecha más antitética posible para ello, Yule-tide, Navidad.
Va a ser apasionante descubrir qué pensaba Lovecraft de su propia familia, por que aquí el protagonista vuelve una vez más a comprobar que sus antepasados no eran, precisamente, trigo limpio.
El Necronomicón reaparece, conteniendo la fórmula para que cuerpos fallecidos hace centurias vuelvan a la vida, animados quien sabe si por sus antiguas y hechiceras almas o algo aún más horrible.
Si despojamos al relato de lo literario y nos centramos en la idea eje, la invitación de Lovecraft no ceja de ser una búsqueda de los propios orígenes, desenmarañar el propio karma, nuestro pasado muchas veces formado y conformado por nuestra propia familia, Pecados del Padre que perpetuamos y que jamás percibimos pues hemos crecido en ellos y con ellos.
Una arqueología genealógica y espiritual que pasa por descubrir el significado de esos ritos paganos que sobreviven aún hoy en día bajo la tenue pátina de pan de oro del Cristianismo.
una crítica que suena muy similar a la pelicula el hombre de mimbre
ResponderEliminarSebastian O