JOY: LECCIONES DE VIDA

Decía Neil Gaiman que leer ficción es como un ensayo virtual de como solventar situaciones en la vida real.

Y lo cierto es que ya me gustaría a mi haber visto una película así con 13 o 14 años: Hubiese crecido mucho más prevenido sobre lo que nos espera a todos.

Joy es una americana común y corriente que como todos, americanos o españoles, vive atrapada en una familia NORMAL, esto es: EN UNA COMPLETA PESADILLA.

"No quiero terminar como mi familia" murmura en una de las ocasiones, revelando el impulso que le empuja a luchar en la vida, que nos empuja a todos los que no somos hijos de millonarios o presidentes de un país.

Y, como motor de su impulso para abrirse camino en la vida, o mejor, para no sucumbir a ella, recurre a sus sueños de juventud, y a su aspiración como diseñadora de inventos.

Pero las cosas se vuelven especialmente REALES cuando este idealista impulso solo la mete en mayores y mayores y MAYORES problemas, demostrando con absoluta fidelidad que La Vida está dispuesta a JODERNOS a través de todos y cada una de las personas que nos rodean, cada cual a su particular manera.

Algo, ya digo, que nos debieran haber enseñado a todos en parvulitos. No es que nos hubiera ido mejor, pero al menos no nos hubiera pillado por sorpresa.

Además cuenta una excelente lección de cuanto en esta vida consiste en aparentar, de lo vacuo de nuestra economía capitalista -  y con ella, toda nuestra sociedad- y de lo necesario que es estar en el momento preciso en el lugar adecuado.

No se asusten: la película encierra un mensaje positivo y las dos horas pasan en un suspiro, por que está magníficamente hecha y con excelentes actores. Por algo la han nominado ya a los Globos de Oro.

Sin duda Jennifer Lawrence se ha ganado todo mi respeto con esta actuación. Antes creía que solo era una chica bonita meneando su culo azul como Mistyque, pero no, hay mucho más en ella.

Y al director, David O. Rusell va a haber que seguirle la pista. Igual tiene alguna lección más que compartir.