Esta aventura trata de cinco personajes que, huyendo de la Guerra de Secesión en un globo, acaban aterrizando en una "misteriosa" Isla del Pacífico donde deben aprender a vivir como Robinsones.
Lo bueno es que uno de ellos, Ciro Smith, es un ingeniero con unos conocimientos enciclopédicos, y gracias a él y a la colaboración de sus compañeros consiguen unas comodidades y avances tecnológicos que ríete tu de la casa del árbol de Tarzán (la de las películas).
Digamos lo malo primero: Verne, empeñado como siempre en producir capítulo tras capítulo, se llega a hacer pesadísimo contando con todo lujo de detalles científicos como los náufragos consiguen reproducir en la Isla todos los conocimientos humanos: Minería, Agricultura, Cerámica, Pesca, Navegación, Cartografía, etc, etc, etc, etc...
Tengo que reconocer que esas partes las he "leído en diagonal", por que a poco que se uno se interese por el plot central de la novela, aguantarlas es todo un obstáculo, a menos que uno hubiese leído el relato por entregas, como se publicase en su día.
Y es que el Misterio de la Isla es la existencia de una presencia bénefica que aparece una y otra vez para ayudar a los colonos sin que estos puedan descubrir hasta el final quien es su Ángel de la Guarda.
Si uno no quiere convertirse en McGuiver o El Último Superviviente, todo el resto del texto se cae por su propio peso -de pesadez-, aún más si uno sabe de antemano quien es el otro habitante que vela por sus seguridad.
Quizás a los lectores juveniles les interesen las peripecias del niño con el perro, el marinero, el soldado negro, el orangután domesticado, los piratas que atacan o el náufrago enloquecido que hayan en una cercana Isla. Pero no a un servidor.
Bueno, este último tiene el interés de conectar esta novela con Los Hijos del Capitán Grant. Pero es que además conecta con "otra", y es esa la que me interesaba...
Y es que además, los MISTERIOS de la Isla pueden interpretarse en más de un sentido, conociendo las veleidades místicas del escritor: "Caídos" a ese mundo, reproduciendo los avances de la Humanidad desde las Cavernas, la aventura de los colonos quiere resumir la misma experiencia de la VIDA, siguiendo el mandato bíblico: "Henchid el Mundo y sometedlo".
Y, análogamente, la INVISIBLE presencia benéfica viene a ser la de la Divina Providencia, aunque al final esta acabe encarnada en el personaje más enigmático del escritor.
Hay que estar atento a los detalles: No por nada los protagonistas tienen nombres de reyes bíblicos: Ciro, Nabucodonosor, Gideon...
SPOILERS!!
Pues quien se oculta también en esta isla es un anciano Capitán Nemo, y Verne aprovecha para desvelar el pasado de este personaje, humanizándolo en la persona del príncipe hindú Dakkar, un heroico superviviente de la Guerra de los Cipayos (¡la del Abuelo Cebolleta!) que, perdiendo a su familia en ella, se apartó de la humanidad y hizo de los Océanos su hogar, luchando como pudo por todos los pueblos oprimidos del mundo.
Un interesante origen, pero que sin embargo oculta la verdadera genialidad de Verne: el divinizar a su personaje, que anciano y barbado, es encontrado por los náufragos en una gruta iluminada con tonos sobrenaturales -como la Roca de la Eternidad-, en el interior de una "Ballena" -el Nautilus-, y a punto de morir.
Vamos, que solo falta Billy Batson en el escenario. O Indiana Jones.
Allí atrapado por un movimiento sísmico, Nemo deja de ser Nemo para convertirse en Dakkar, y es por fin liberado de sus pasados "pecados" por la confesión de sus pasados crímenes submarinos.
Un solemne clímax tras el que la Isla explota y desaparece bajo las aguas, privada de la misma fuerza vital de ese Espíritu que la animaba y que ahora ha regresado al lugar de donde vino.
SPOILER
ResponderEliminarBueno, a mi la redención de Ayrton el antiguo Ben Joyce, me resultó interesante.
De bandolero y aspirante a pirata pasa a ser alguien como Dirk Peters en la esfingue de los hielos y la narración de Arthur Gordon Pym, un arrepentido y un héroe.
Nemo aquí esta muy alejado del vengador implacable de su primera aparición.
En el fondo Verne, intentaba ser optimista.Y defendía que el ser humano podía prosperar con el trabajo.
Si viese el hembrismo, la correción política, el fundamentalismo y otras sandeces de nuestros días se le habría caido el alma a los pies...