John Boorman es uno de esos cineastas que nos ha marcado indeleblemente con su inspirada interpretación de los mitos artúricos en Excalibur (1981).
Así que es un gusto reencontrarlo de nuevo en un film que no es menos "británico" que el anterior.
Esta película es la secuela de Hope & Glory (1987) donde el cineasta rememoraba su infancia en el Londres del Blitz.
Aunque completamente independiente de la anterior, la película retoma al personaje de Bill Rohan, su alter ego, diez años más tarde, cuando es reclutado para la Guerra de Corea en curso.
Se trata pues de una aproximación biográfica a la costumbrista vida de una Inglaterra marcada por la Gran Guerra y envuelta en otra que le resulta muy lejana.
La desgarradora realidad de las guerras actuales ha hecho casi desaparecer los films de temática bélica, pero Boorman consigue rescatar lo mejor y más divertido de la vida cuartelaria a la vez que se manifiesta totalmente opuesto a aquella guerra y suponemos que todas las demás.
Por lo demás, Rohan -apellidado así en homenaje a Tolkien, cuya obra Boorman estuvo cerca de adaptar en los '70, lo cual hubiese sido demasiado PERFECTO para ocurrir- y su amigo viven su confinada vida en el cuartel esquivando la presión de algunos mandos tiránicos e intentando perder su virginidad como buenos tardo-adolescentes.
Para entretenerse levan acabo algunas travesuras que se les irán de las manos, pero es mejor que las conozcáis disfrutando la película.
Un vívido retrato de Inglaterra y un recuerdo de que la vida nunca ha sido fácil para nadie, en ninguna época.
Pero también nos anima a disfrutar lo bueno que esta nos ofrece, sin más complicaciones.
Corre por internet alguno de los aspectos que John Boorman tenía a bien modificar de la obra de Tolkien (si no me equivoco, llegaron a tener alguna entrevista) en su adaptación al cine (no es difícil de encontrar), y de hecho, parte de las armaduras y escenarios que ya estaban en preproducción se utilizaron en "Excalibur". No sé si la adaptación de Boorman habría sido algo "demasiado perfecto" para ocurrir. Los cambios y digresiones son varios y muy agresivos. Una representación de la Tierra Media mucho más violenta y primigenia (los enanos son aún más parecidos al equivalente nórdico en que se inspiró Tolkien, más telúricos aún si cabe), y una sexualización de los personajes importante (incluyendo una desviación del cuento de la "Bella durmiente" en la que es Aragorn el que despierta a Eowyn -no precisamente con un beso, recordemos la historia original de la "Bella durmiente"- en el campo de batalla del Pelennor donde yace semimuerta por la maldición del Rey Brujo; y otra escena en la que Frodo debe seducir a Galadriel para poder mirar en el espejo que recuerda a la escena de la bruja de "Conan el bárbaro"; la de "Eso tiene un precio, bárbaro"). Este acercamiento de Boorman no es extraño, pues aplicó los mismos parámetros al romance cortés que es "La muerte de Arturo"convirtiéndola en una elegía onírica que sería "Excalibur" y, sinceramente, me encantan las dos, cada una en su estilo. No soy enemigo de derivar la obra original adaptada si, como lo hace John Boorman (y no Peter Jacskon) lo hace para dar una visión particular y personal, con referentes coherentes y nos aporta una segunda lectura o una segunda capa de significado que enriquece y diversifica la obra original (cualquier buena obra admite relecturas y variaciones, precisamente porque es buena y auténtica). A pesar de querer mostrarse "más fiel", Peter Jackson, en mi opinión, traiciona más la obra original porque no crea algo nuevo y personal a partir de ella, sino que se dedica a "maquillarla" como un mal fotógrafo usa el "Photoshop" (lo cual demuestra que ni entiende la fotografía ni el "Photoshop").
ResponderEliminarNo sé si me gustaría la versión de Boorman de "El señor de los anillos", pero ya tedigo que una adaptación suya de "Beowulf", "El ciclo de los nibelungos", la "Volsungo Saga" o "El cuento de Kullervo el desdichado", del "Kalevala" (todos ellos, por cierto, influencias en Tolkien) le irían como anillo al dedo.
Isaías