domingo, 26 de julio de 2015

EL RETRATO DE DORIAN GRAY, DE OSCAR WILDE

Seguro que todos hemos oído alguna anécdota o cita de Oscar Wilde, pero para hacerse cargo de la genialidad y singularidad de este autor nada mejor que sumergirse en una de sus obras, que exhudan "Wilde" de la primera a la última página.

Y es que, en este caso, lo del cuadro que hace "inmortal" al protagonista no es más que un McGuffin, un pretexto para que el autor plasme, hablando por sus personajes, sus teorías estéticas, éticas o su crítica a la sociedad en que vivió.


Cualquiera de nosotros que haya exclamado alguna vez: "¡Ay, si tuviera de nuevo 15 años...!" comprenderá la gran ventaja de Dorian, atrapado felizmente en su belleza efébica adolescente durante décadas.

Dorian no cambia por fuera, pero si lo va haciendo por dentro, una progresiva degeneración moral que es la que el encantado cuadro refleja.


Impulsado por los libros y máximas, edonistas y abyectos, de Lord Henry, Dorian Gray, elevado a las alturas por su físico perpetuo, sufre una caída luciférica, un lógico y justo castigo para aquellos que nacen favorecidos en su apariencia exterior.


A pesar de que tiene el perfecto indicador moral, una conciencia exterior en el cuadro, Dorian lo encierra y se niega a verlo, mostrando algo muy profundo: Una natural inclinación al "mal", o al menos a vivir los placeres de la vida hasta el extremo... ¡aún sabiendo que obramos mal!


Aún un perfecto inmortal no puede escapar a que las consecuencias de sus actos y excesos lo persigan y alcancen.

Lo hacen durante la novela, en eso consiste la trama, y lo harán, absolutamente, al final.


A pesar de los aleccionamientos sobre probarlo todo y guiarse por el placer y el egoísmo, el libro contiene una clara lección sobre los peligros de los excesos.


Wilde en lo moral, Wilde en lo estético, con sus teorías sobre el nuevo arte, y Wilde en lo social: Constituye un delicado placer el leer las conversaciones de los personajes, sean o no de sobremesa, y el cómo el autor refleja la constreñida e hipócrita sociedad victoriana en ellas.

La forma de esta novela es lo más importante, y lo más importante es 100% Wilde.


Dan ganas de leer muchas más obras suyas.

¡Pero con cuidado...! Por que, paradójicamente, es la lectura de un misterioso libro -que reivindica de manera romántica y decadentista los placeres y excesos del mundo antiguo- lo que impulsa a Dorian Gray a emular esos peligrosos horizontes.

Los libros nos dan la vida...¡Y nos la quitan!

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