viernes, 20 de septiembre de 2013

JUSTIN Y LA ESPADA DEL VALOR

La magnífica experiencia de ir a ver la película de Justin tiene para mi el significado que para muy pocas personas puede tener: Los que, estando junto a su director Manolo Sicilia, hemos visto nacer el proyecto, y madurar, mutar y crecer durante tres lustros, junto con su empresa Kandor Graphics.

Lo más importante es que esta es una historia de TRIUNFO PERSONAL, de alguien que comienza con unas ideas básicas, casi autobiográficas, y las va definiendo, mejorando, reescribiendo, evolucionando y sobre todo MANTENIENDO contra viento y marea en las procelosas aguas de la producción de animación en España.


Así que pocos pueden saber quienes se encuentran -¿nos encontramos?- en realidad tras esos personajes, aún en sus versiones actuales.

Ver la película es como acudir a Atapuerca, y estudiar a que estrato pertenece cada idea, cada personaje, cada diálogo.

Vaya, me voy a tirar el pegote: La primera versión presentable de este proyecto, con diálogos, por básicos que fuesen, tuve yo la suerte de completarla y pulirla hace, eso, 15 años. Y es que hay que presumir de haber participado en proyectos como este, aún de refilón.


Justin, trasunto del idealista Manuel Sicilia, es una clásica historia de CAMINO DEL HÉROE, en donde el inocente protagonista lucha por defender su sueño y sus ideales, con palabras y con mandobles.

A el y a Manolo, las cosas al final les han salido bien.


Lo que no soñábamos entonces los que nos hemos mantenido apartados de todo el largo proceso creativo era que el diseño del mundo en el que se mueven los personajes, y el diseño de los personajes en si sería al final de una calidad tan alta que todos queremos hacer las maletas e irnos a vivir al reino de Galibonia.


El cuidado que Manolo Sicilia y su equipo le ponen a todo lo que hacen, en horas de trabajo sin fin,  alcanza en esta producción un nivel fractal, infinito, y uno siente que transcurra la historia y cambie el plano pues podría quedarse mirando los castillos, las casas, las praderas y montañas para siempre.

Tienen las imágenes un verdadero toque feérico, ultraterreno, como el que se sentimos de pequeños cuando Hansel y Gretel llegan a la casa de la Bruja toda hecha de deliciosos dulces.

El mundo de Justin está también para comérselo.


Lo mismo se puede decir del cuidado con el que Oscar Jiménez ha diseñado a todos y cada uno de los personajes.

Icónicos, pero a la vez individuales.


Como digo, además del deleite de ver a Justin recorrer el mundo, conocer a sus aliados y llegar al terrible clímax de la película, los "iniciados" disfrutamos el doble, pues sabemos que bajo esos monjes guerreros se esconde parte de Sean Connery o Christopher Lee, y el mismísimo videojuego de "La abadía del Crimen" inspira buena parte de esa trama.


Antonio Banderas no solo ha apoyado a Kandor y a este proyecto empresarialmente, sino que además participa en la película con un personaje "over the top" creado a su medida.

El mago Melquiades es otro gran hallazgo de la película: Obviamente basado en Carlos Jesús -eso indica de que época data el origen del proyecto-, el alocado místico acaba siendo crucial y entrañable.


Con la falta de perspectiva que me da el ser arte y parte de la película, no puedo más que recomendaros que vayáis a verla, y sobre todo que llevéis a los más jóvenes a verla.

Sin duda ellos la disfrutarán tanto o más que Tadeo Jones o cualquier otra producción americana, de las que tienen 10 veces más presupuesto.


Y bueno, quizás encontréis algún detalle mejorable en el guión. Pero es que ha pasado por tantas manos, ha tenido que servir a tantos intereses,  que lo prodigioso es que se parezca en algo a como empezó (cuando Justin se llamaba "Goleor") y mantenga aún una estructura inteligible.

No os preocupéis, que si hay secuela -y con ese final y el éxito que merece, debería haberla-, seguro que Manolo me deja que la escriba yo.

Mientras, solo queda ver el inmenso camino adelantado desde "El Lince Perdido" o "La Dama y La Muerte" y empezar a babear con las siguientes producciones de Kandor Graphics, que solo irán a más y mejor.


¡Felicidades de nuevo, Compañero!

Ójala algún día mis proyectos lleguen a culminarse con el éxito y y el buen hacer que lo han conseguido los tuyos.

Mientras, entre la admiración y la sana envidia, me conformo con tener una estatua de "Sir Bladorthin" al lado de la tuya -y la de Machuca, si- entre los Caballeros del Valor.

2 comentarios:

  1. Saludos:

    ¿Es el Yggdrasill lo que se ve al final de la imagen del salón? ¿O quizás The White Tree of Gondor?

    Pinta muy bien. La veré.

    Juan Constantin

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  2. Pues precisamente lo que menos me gustó fue el desarrollo del guión. Me gusta la historia, la premisa, pero la forma en que se lleva a cabo me parece muy precipitada, muy pillada por los pelos en ocasiones, como si por falta de tiempo o presupuesto, o las dos cosas, hubieran tenido que meter tijera a mansalva. Sólo por eso pasa del sobresaliente (Matrícula, si me apuras), al notable.

    Aún así, muy disfrutable. ¡Vamos, Justin!

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