No se puede decir que el conjunto de historias de Creepy no merezcan la pena por si solas: Forman parte de la historia del cómic americano y de terror y hay poco o nada prescindibles en ellas.
Pero cuando se selecciona las elaboradas por Wrightson y se las complementa con los diferentes frontispicios del Uncle Creepy y Cousin Eerie, el volumen se convierte directamente ya en imprescindible.
En el se adaptan al cómic relatos de Lovecraft o Poe, pero a estas alturas, los guiones de esas historias o las demás historias cortas de terror se vuelven totalmente irrelevantes:
A Bernie no se lo LEE, se lo CONTEMPLA. Se lo admira, se lo degusta, se lo respira, se lo experimenta.
A través de sus góticos ambientes uno puede oler la humedad de los cerrados sótanos, sentir las telarañas rozando con su rostro según avanza a ciegas en la oscuridad, notar la ceras de las velas chorreando sobre nuestros nudillos...
Pocos artistas como él han sabido crear todo un mundo de ambientes, de significados, de fantasía desbordante y belleza cautivadora.
HAY-QUE-TENERLO.
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