Imaginaos el inmenso nudo en la garganta de emoción cuando, según Carlos y yo éramos recibidos por su amigo Pére Olive y Sergi Gras, nos encontramos que también estaban allí de visita Bob Harras (a la sazón, flamante editor mutante) y Alan Davis (recién despedido de Excalibur por negarse a integrar la serie dentro de las historias de la franquicia X).
Ese fue mi primer encuentro con Bob, a quien luego perseguí por todo el Salón haciéndole la vida imposible por despedir a mi idolatrado Davis. Ahora, en retrospectiva, por supuesto era Harras quien tenía razón y Davis salió huyendo de esa serie por no querer leerse las demás, claro... Lo mismo que hace ahora.
Al final pude hablar un momento con Harras y felicitarlo por su etapa en Avengers, llevándome firmado por él un tomo de sus Vengadores Grandes Sagas, una etapa que siempre me ha encantado...
Yo sabía que Harras seguía trabajando en el departamento de Archives de DC, pero ahora, me choca ver esta foto de la reciente Emerald City Comicon, y ver a Harras algo más fondón y con grandes ojeras, veinte años después...
Lo mismo con el bueno de Sergio Aragonés, otro conocido de los Salones, y que según esta foto está ya hecho todo un abuelete...
Jo, qué de años ya, con lo que flipé con lo de Proctor, y el gann josin.
ResponderEliminarNo, en realidad Davis tenía razón.
ResponderEliminarLeyendose o no el resto de series de mutantes, su Excalibur sigue siendo el mejor.
En los Vengadores de Harras se aprovechó por fin el potencial extraordinario del Caballero Negro. ¡Esperando estoy que otro guionista lo trabaje de nuevo tan bien! (Aunque Paul Cornell se ha acercado en su serie del MI-6 y el Capitán Britania)
ResponderEliminarKurt Busiek dio a entender en una entrevista que en esa época se intentaban hacer unos "X-Vengadores". Sería en los paralelismos entre la historia de Sersi y la de Fénix, porque, por lo demás, se trataba de Vengadores de siempre: secundarios, quizá, pero de los de siempre: el Caballero, Hércules, la Viuda, Visión, Hank Pym...Con alguna novedad como Crystal, que daba su salsita...
¡Ay, que me entra la nostalgia!