miércoles, 13 de mayo de 2015

FRANKENSTEIN, DE MARY SHELLEY

He releído Frankenstein en la lujosa edición de Dark Horse ilustrada por Wrightson, y varias cosas son las que aprecio ahora más nítidamente.

La más obvia es la diferencia entre el monstruo mudo del cine y esta reflexiva, erudita y parlanchina criatura que en realidad protagoniza el libro.


Digo mal, por que el verdadero protagonista es el creador, Frankenstein, y uno puede encuadrar perfectamente la obra dentro del Romanticismo por el deleite y detalle con que la autora nos describe los torturados sentimientos del buen doctor, primero por su creación, luego por el infierno que este desata sobre el.


Y luego está la dinámica entre los dos, su íntima relación, como el Monstruo sigue y persigue a su creador como si de un negro nubarrón kármico se tratara, como si "The Fiend" no fuera más que un aspecto del propio Frankenstein, su lado oscuro, su propio Mister Hyde...¡su "Gollum"!

De hecho, fallecido su némesis, el Monstruo confiesa que se inmolará en una pira, muriendo como Smeagol entre llamas, o como Sigfrido, concluida su misión con el agotamiento de quien lo originó.


Por otro lado destaca como el Monstruo se disculpa de los horrores y muertes que causa, encontrando que él mismo es esclavo de los fuegos que el rechazo y el miedo de los demás despiertan en su pecho.

Una vez puesto en marcha, el Monstruo pierde toda voluntad, y se convierte en un ejecutor que transmuta el miedo ajeno en dolor para su creador.


Y quizás está aquí la más profunda lección del libro, por que aunque nosotros no podamos animar la carne muerta en retortas de alquimistas, si que generamos a diario oscuros trenes de pensamiento, siniestros modos de acción que una vez introducidos en la Realidad causarán indefectiblemente dolor y quizás hasta muerte a muchos de nuestros congéneres.

Si el libro deja algo claro es que los desmanes de Frankenstein, sus transgresiones, acaban por regresar a el hasta aniquilarlo.

O dicho mucho más simplemente, la lección está clara: "Siembra vientos, y recogerás tempestades..."

La Alquimia con la que el Doctor  dio vida a  este "homúnculo" encerraba quizás secretos más profundos que los del laboratorio médico...

2 comentarios:

Drainer dijo...

Tío, creo que ésta es la mejor entrada que te he leído nunca. Chapeau por ver ese subtexto o esa posibilidad escondida del monstruo como mera materialización de la culpa que Victor Frakenstein siente, nunca se me había ocurrido. Tengo el tomo en casa esperando ser leído desde hace tiempo. Me daré prisa en empezarlo.

PEDRO ANGOSTO dijo...

Me alegro que te resulte interesante.

Tengo algo de habilidad para encontrar estructuras literarias comunes y deducir su supuesto significado.